El ex presidente y el jefe de Gobierno ven con preocupación el avance libertario en territorio porteño. Los proyectos acordados. Los últimos encuentros en Olivos, ahora en stand-by. El empoderamiento del “triángulo de hierro”
Javier Milei y Mauricio Macri no se reúnen hace unas cuantas semanas. La seguidilla de encuentros a solas que el presidente y el jefe del PRO tuvieron en los últimos meses en la quinta de Olivos se interrumpió por las complicaciones habituales de la agenda de ambos y por una serie de viajes de los dos líderes. En estas horas, por caso, el ex presidente había volado a Uruguay. Pero los desencuentros recientes entre el jefe de Estado y el ex mandatario también se relacionan de manera indirecta con los acuerdos y desarreglos que atraviesan a la relación entre La Libertad Avanza y el PRO, que exploran desde hace meses una alianza parlamentaria en la que, sin embargo, afloran cada tanto diferencias sustanciales de fondo y procedimentales.
El caso más emblemático es el de la Ciudad de Buenos Aires, el bastión histórico del PRO en el que nació el proyecto macrista hace unas dos décadas y al que el ex presidente le dedica una buena parte de su tiempo para apuntalar a su primo Jorge, el jefe de Gobierno. Pero hay una serie de rubros de la gestión nacional que presentan discrepancias entre ambos espacios, como la relación con la prensa o la política exterior. También el sistema de toma de decisiones que el presidente ideó para la administración de su gobierno, en el que sobresalen su hermana Karina Milei y Santiago Caputo, el asesor estrella de la Casa Rosada que el mandatario volvió a ponderar este fin de semana por partida doble: en el acto del sábado de Parque Lezama, primero, y durante la entrevista que le dio a Susana Giménez, emitida en la noche del domingo. Lo llamó “un genio superlativo”.
Macri sabe que el consultor es una figura central del proyecto libertario, y en cada una de las últimas cenas que mantuvo con Milei en Olivos se encargó de advertirle que era uno de los encargados de obturar cualquier tipo de entendimiento en torno a la administración de su gobierno. El presidente escuchó con atención cada uno de los reproches, que se repitieron en las últimas cuatro comidas que tuvieron hasta hace ya unas cuantas semanas, anotó en un cuaderno y le dijo al ex presidente que tomaría cartas en el asunto para tratar de hacer fluir la gestión. Pero la respuesta no conformó a Macri.
Peor aún: la concentración de poder por parte de Caputo no paró de aumentar en las últimas semanas, e incluso el presidente avaló que su asesor de cabecera blanqueara su impresionante injerencia en la gestión con una serie de fotos -este lunes, por ejemplo, se lo vio sentado en la mesa de negociaciones en la imagen que distribuyó la Jefatura de Gabinete en la cumbre con la cúpula de la CGT, con la que el consultor tiene un muy aceitado vínculo- y el flamante desembarco del ministro Mario Lugones, padre de Rodrigo, socio del asesor.
No solo eso: el domingo, durante la entrevista con Susana Giménez, pasaron un paneo de imágenes en las que se vio por primera vez públicamente en televisión al “triángulo de hierro” en pleno, en una charla muy distendida con la conductora en el salón blanco de Casa Rosada. Es decir, los hermanos Milei y el consultor.
De hecho, la secretaria General de la Presidencia también hizo su debut en la noche del sábado, en Parque Lezama, con su primer discurso público en el que anunció, aunque la Justicia electoral aún no haya dado su aprobación definitiva, que La Libertad Avanza ya contaba con su partido a nivel nacional.
Fue un monólogo básico, leído, con varias imperfecciones que, de todos modos, no alcanzaron para desviar el objetivo principal de su primer discurso en la escena pública: la declaración de independencia partidaria de La Libertad Avanza de cara a las elecciones del 2025. Una exposición que apuntó a un puñado de viejos aliados, pero también al PRO de Macri que, en la Ciudad, tiene una parada muy brava el año próximo.
Abajo, en el auditorio, y entre la multitud, aplaudía la ministra Patricia Bullrich, cuya relación con el ex presidente está rota por completo, sin ninguna posibilidad de reparación.
La semana pasada, Bullrich aprovechó las notorias disputas entre el PRO y LLA en territorio porteño para desafiar, otra vez, el liderazgo de Macri. Fue en medio de la discusión por el nuevo código urbanístico aprobado finalmente en la tarde del jueves que hizo que el ex presidente y la funcionaria se trenzaran en un cruce por redes con durísimas acusaciones por la supuesta inclusión de un artículo, el 14, que obligaba a los consorcios a dejar un espacio para la vivienda de los encargados de edificios.
La primera en salir al cruce públicamente fue Pilar Ramírez, la jefa del bloque de La Libertad Avanza en la Ciudad que tiene el aval de Karina Milei y que está distanciada de la otra bancada libertaria que tiene a Ramiro Marra como principal referente.
Milei y Ramírez arrastran una cada vez más resonante disputa con el PRO en su versión porteña: están furiosas porque dicen que los Macri no quieren que se avale a ese bloque como la bancada oficial de LLA. Creen que el PRO no quiere generar ninguna rispidez con el otro sector, de Marra, que tiene el doble de legisladores.
Fuentes parlamentarias del PRO aseguraron que, en la previa de la votación del código urbanístico, Ramírez avisó que no acompañaría la discusión, justamente, por la dilación en la decisión de oficializar a su bloque como el único oficial de La Libertad Avanza. Desde el mileismo aseguraron que también están con bronca porque no acompañaron algunos proyectos. Este lunes, desde Casa Rosada habían empezado a dejar trascender una silenciosa crítica por la decisión del jefe de Gobierno porteño de incluir en el presupuesto 2025 el pago de Ingresos Brutos para los profesionales. Un virtual aumento de impuestos del que, frente a las críticas, Jorge Macri se desentendió, dio marcha atrás, dijo que se trató solo de un borrador, y que no avanzaría en ese sentido.
Hasta anoche, también era una incógnita que pasaría con el ministro Roberto García Moritán, “Pampito”, sacudido por su separación con Carolina Ardohain y por el futuro como funcionario, salpicado por una denuncia judicial. Llegó a ese puesto en el organigrama porteño tras negociar con el ex presidente, que le habló de una eventual candidatura a vicejefe de gobierno tras conseguir que se bajara como candidato al Ejecutivo de la Ciudad. Al final, terminó como ministro.
El jefe de Gobierno es consciente de que existe una disputa más o menos solapada entre él y su primo Mauricio y los hermanos Milei. Sabe que, desde la Casa Rosada, se estiró lo más que se pudo el cumplimiento del fallo de diciembre del 2022 de la Corte Suprema, que obligó al gobierno nacional a devolverle a la Ciudad la porción de la coparticipación federal que se recortó en septiembre del 2020, en plena pandemia.
Milei y Luis “Toto” Caputo dilataron las negociaciones. Recién en estas semanas se acordó que del pago del 2,95% de la coparticipación se realizaría el 1,40% a través de un goteo diario, y el 1,55% restante de forma semanal. Por estos días buscaban que esa tratativa quedara escrita en el Presupuesto 2025 enviado por el presidente al Congreso el mes pasado. Según confiaron desde la Ciudad, el pago semanal quedaría plasmado como adelanto del tesoro. Cerca de Macri querían que se agregue, además, que ese porcentaje estuviera blindado de futuros recortes o alteraciones.
La misma situación se repite en el resto de los distritos del PRO: los gobernadores quieren que el presidente de señales hacia ellos en el presupuesto presentado en el Parlamento.
Es que los Macri están desconfiados. El ex presidente tuvo que intervenir no solo en la disputa por la coparticipación, sino también en la pelea por la transferencia de las 31 líneas de colectivos que transitan por la Ciudad, por la que habló directamente con el ministro de Economía.
Para el PRO, los desacuerdos con el gobierno son una constante en medio de la alianza en el Parlamento que el ejecutivo y ese sector aliado impulsan desde hace meses para sostener la gobernabilidad de Milei. Urgido el presidente por la poquísima representación de LLA en el Congreso. Y necesitado el PRO por la absorción de sus votantes por parte de La Libertad Avanza. Macri está decidido a resistir la entrega de la partida de defunción del partido que fundó hace más de dos décadas.
En ese contexto, propicia la diferenciación de los legisladores y dirigentes que le responden en algunos temas resonantes. Por ejemplo, el DNU que asignó $100.000 millones extra y discrecionales a la SIDE, un revés en el Congreso que enfureció al consultor Caputo, su autor intelectual, que maneja la Inteligencia a través de Sergio Neiffert. El asesor estrella de Milei difícilmente olvide ese rechazo.
También la relación con los medios es un tema tabú en la relación entre el PRO y LLA. Y la política exterior: el domingo, el PRO divulgó un comunicado en el que resaltó la “prioridad estratégica” de una “integración inteligente al mundo”, una insignia, según resaltaron, del espacio liderado por Macri. “Es innegable que la ONU tiene carencias y fallas a resolver. Aún así, es una plataforma para dialogar, coordinar o disentido en un marco de respeto”, escribieron en un texto difundido por redes que tuvo a Fulvio Pompeo como uno de los principales cerebros.
Fue horas después del viaje de Milei por la ONU, en el que criticó de manera muy severa a la organización con sede en Manhattan. “Más que explicarle al mundo como funciona, necesitamos que el mundo nos ayude”, abundaron fuentes cercanas a Macri. Al ex presidente ya no le había causado ninguna gracia la pelea con España o algunos gestos geopolíticos del presidente. En especial, el rechazo a la agenda 2030 y el Pacto del Futuro que el gobierno volvió a desestimar.
La semana pasada, la decisión del gobierno de abrirse del dictamen en Diputados que apunta a modificar la ley de asociaciones sindicales también abrió una grieta entre el PRO y LLA. Ayer, la cúpula dialoguista de la CGT se reunió en Casa Rosada con Guillermo Francos, Julio Cordero, el secretario de Trabajo, y Santiago Caputo. A esta altura, este último, el mayor interlocutor con la central obrera.
Más temprano, el jefe de bloque del PRO, Cristian Ritondo, había encabezado la comitiva de diputados de ese sector y los aliados que cada lunes visita la planta baja de la Casa Rosada para coordinar acciones legislativas. Después de ese encuentro, se avanzó en la Cámara baja con el proyecto de boleta única que volvió del Senado con cambios y que este martes podría convertirse en ley, un trabajo entre el oficialismo y los aliados.
Ritondo tiene una agenda propia, está, como Macri, furioso con Bullrich -todavía no asimila la denuncia pública de la ministra con “Tito” Ventura Barreiro, de su riñón, al que echó de Seguridad con acusaciones por corrupción- y su vínculo con el Ejecutivo también oscila en simultáneo a sus negociaciones por la política bonaerense.
El ex ministro provincial tiene autonomía, pero reporta al ex presidente, que lo tomó como propio cuando defendió sus intereses en la comisión bicameral de Inteligencia durante el anterior gobierno. Ritondo fue clave en el apoyo al veto a la ley de actualización de las jubilaciones, que terminó con el asado de agasajo en Olivos.
Ahora es incierto el futuro en torno a la ley de financiamiento de las universidades y el veto que Milei tiene previsto oficializar tras la marcha convocada para este miércoles.
“Aún no tenemos posición común. El único que ordena es Mauricio, y a veces parece que el gobierno eso no lo entiende”, aseguró un diputado del PRO que este lunes estuvo en Casa Rosada.