El “dólar barato” en un contexto de presiones devaluatorias que afectan a otros mercados emergentes representa una de las principales preocupaciones, incluso una vez que se levante el cepo
La ola de optimismo respecta a Argentina creció significativamente en la última semana: el triunfo de Donald Trump en las elecciones norteamericanas resultó en un espaldarazo que permitió perforar la barrera de los 900 puntos básicos del índice de riesgo país, para cerrar la semana en 850 puntos.
Este nivel deja al país mucho más cerca de resolver los vencimientos de deuda del próximo año y fortalece la posición del equipo económico en las próximas negociaciones con el Fondo Monetario aun cuando se da por descontado -habrá que confirmarlo- que la nueva administración norteamericana será muy favorable para alcanzar este y, posiblemente, otros acuerdos.
No sólo el plano financiero muestra signos de mejoría. También en la economía real hay señales de recuperación que permitieron al Presidente anunciar que “la recesión ha llegado a su fin”.
Sin embargo, persisten riesgos concretos, aunque minimizados en los últimos meses. Si bien el mercado apuesta a que los beneficios de que Argentina se convierta en un aliado estratégico de Estados Unidos -en un contexto regional con gobiernos de izquierda en México, Brasil, Colombia y Chile- superan los efectos adversos por el frente cambiario y la caída de los precios de los commodities, estas cuestiones siguen representando desafíos significativos.
La política monetaria y cambiaria sigue en el centro de las preocupaciones a pesar de los innegables avances de las últimas semanas
“Con Argentina volviendo a ser la cenicienta de los mercados de crédito, ¿qué podría romper el encanto?”, plantearon en Max Capital. La respuesta que ofrecieron los analistas de la agencia de inversión se concentran en tres preocupaciones:
- en primer lugar, la política monetaria “atípica” del Gobierno podría llevar a tasas reales excesivamente altas si los pesos se vuelven tan “escasos” como se ha prometido, lo que afectaría la recuperación y las cuentas fiscales. Hasta ahora, se reconoce, eso no ha sucedido.
- La segunda preocupación, más repetida en un debate que lleva ya casi un año, es el del atraso cambiario. Muchos precios (los no transables) lucen altos y la definición de “la Argentina está cara en dólares” no deja de repetirse. Si hay atraso o no y en qué magnitud es, en todo caso, una pregunta muy compleja de responder con plena vigencia del cepo cambiario, que no permite identificar cuál sería el “precio real” del dólar en la Argentina.
Claro que la salida del cepo podría estar ahora mucho más cerca dado que las chances de lograr fondos frescos del Fondo Monetario que se complementarían con una línea REPO han aumentado desde el miércoles último considerablemente.